¿BRUJO, LOCO O ARTISTA?.

El creador guantanamero Ramón Moya Hernández deja huellas al pasar. Todo su cuerpo expresa un mensaje.

Como persona, personaje y personalidad a la vez, viste y calza de manera tan extravagante, que sus coterráneos lo comparan con un San Lázaro viviente.

Suele llevar un bastón tallado, a cuyo cabo ata pañuelos y cintas de colores; usa camisa de mangas largas, o capas de acuerdo con el país que desea representar, ajustándose a la situación internacional del momento, valiéndose de su estrafalaria imagen, para solidarizarse con pueblos hermanos, o reprender actitudes fascistas. Detrás de esa figura de pelo rizado y zapatillas canijas hechas a imagen y semejanza de un vagabundo, hay un artista de honda sensibilidad, cultura política, verbo y certero, dueño de proyectos que ejecuta para Guantánamo y el resto del mundo.

NI BRUJO NI LOCO: ¡ARTISTA¡.

Considerado por algunos críticos de arte como el Dalí Caribeño, Ramón Moya Hernández, acumula una respetable lista de lauros en los salones REGINO BOTI, VÁZQUEZ PUBILLONES SALÓN NACIONAL DE PREMIADOS y otros certámenes, pruebas de su ingeniosidad, expresada también en performances e instalaciones.

Su obra condena la guerra de Estados Unidos en Iraq, el bloqueo yanqui a Cuba, y defiende la justicia a favor de nuestros cinco héroes, el medio ambiente y la identidad nacional, filosofía reflejada en piezas expuestas en colecciones del Centro WILFREDO LAM, Casa de las Américas y Museo de Arte Moderno de Chicago.

Al pintor y escultor guantanamero Ramón Moya no se le puede juzgar por el insólito modo de vestir. El cuerpo de este creador es un tapiz, donde el espectador divisa la vida en toda su magnitud. Ni brujo ni loco.

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