Hotel Brasil, historias, puentes, sueños…

La decisión de bautizar su hotel con el nombre de Roosevelt en la ciudad de Guantánamo, se le ocurre al propietario Enrique Vidal Dalmau probablemente para rendir honores al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, quien visitara en esta región la ilegal base naval yanqui entre 1939 y 1940 (el enclave militar en tierra cubana data de 1903).

Los argumentos de José Sánchez Guerra, Historiador de la Ciudad, apuntan a que antes del triunfo de la Revolución muchos centros nocturnos, restaurantes y otras instituciones particulares llevaban nombres de personalidades de aquel país o se inscribían en inglés, proceder justificado por la presencia de “marines” de franco en el centro urbano y otra prueba de esa intención fue la existencia del Hotel Washington casi frente al de referencia.
El actual Hotel Brasil, restaurado entre las numerosas obras del Programa de Desarrollo Local representa una ventana al mundo, no sólo por las relaciones históricas entre Cuba y el gigante sudamericano, sino por las personalidades que a mediados del siglo XX se hospedaron en el céntrico lugar, “entre ellas, en 1945 el cantante Federico Guízar (Tito) y el destacado periodista Enrique Serpa… en 1949 el Doctor Don Fernando Ortiz, célebre investigador cubano y en 1950, apunta Sánchez Guerra, el célebre actor mexicano Germán Veloz (Tin Tan)”.
Las pesquisas de Sánchez reflejan también el orden y respeto “que exigían a los huéspedes los propietarios de estos hoteles por entonces al servicio de la clase media local, la oficialidad de la marina norteamericana y artistas como Enrique Arredondo, Director de la Compañía Cubana de Comedias y Sainetes Humorísticos, peloteros de las Grandes Ligas Americanas y los famosos Niños Cantores de Viena”.
Puntualiza que “habitualmente se alquilaba a grupos culturales el salón principal del Hotel Brasil, por ejemplo al Círculo Artístico Literario, la Sociedad Filarmónica y el Club de Los Leones, citas que por lo general cerraban con almuerzo o cena”.

Ya rescatamos el Hotel Brasil, que junto al Hotel Martí, embellecen la llamada ciudad del Guaso con un toque de distinción. Ahora soñamos como pueblo un poco más en grande, ¿cuándo podremos devolver la vida al Hotel Washington? Anhelamos completar la trilogía.

Por lo pronto el Hotel Brasil atesora una fuerte historia cultural que el historiador de la ciudad propone relacionar con la patria de Dilma Rouseff, por medio de pinturas y representaciones de quilombos y palenques, para recordar al mundo los inhumanos tiempos de la esclavitud y el llamado a la avenencia y la paz que tanta falta le hace al universo.